La Unesco inscribió como Patrimonio de la Humanidad las cuevas de arte rupestre paleolítico de Cantabria, Asturias y País Vasco, dentro de la ampliación de la declaración de la Cueva de Altamira de 1985.
El Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO tomó esta decisión en el marco de la XXXI reunión anual que celebra desde el pasado 2 de julio y hasta el próximo día 10 en la ciudad canadiense de Québec, informó una portavoz del organismo.
La candidatura española, que fue seleccionada el pasado 20 de junio en París, fue elegida hace dos años por España para proponerla como ampliación de la declaración como Patrimonio Mundial obtenida en 1985 por la Cueva de Altamira (Cantabria).
En enero de 2007 fue presentada la candidatura, formada por catorce cuevas: las de Tito Bustillo, la Peña de Candamo, Llonín y el Pindal, en Asturias; Chufín, Hornos de la Peña, El Castillo, La Pasiega, Las Monedas, el Pendo, La Garma y Covalanas, en Cantabria; y Santimamiñe y Ekain, en el País Vasco.
En febrero pasado, el consejo que asesora a la Unesco en materia de patrimonio sugirió a Asturias, Cantabria y el País Vasco que incluyeran otros tres yacimientos en su propuesta: las cuevas de Covaciella, en Asturias; Las Chimeneas, en Cantabria; y Altxerri, en el País Vasco.
La cueva de Altamira forma parte como Bien Cultural de la Lista del Patrimonio Mundial desde 1985 por unos valores que, según esas tres comunidades, también son aplicables a los otros yacimientos que forman parte de su propuesta.
Así, se pretendió que, bajo la denominación de Arte Rupestre Paleolítico de la Cornisa Cantábrica, se unieran a Altamira en la inscripción como Bien Cultural un conjunto de cuevas que, a su juicio, reunían "condiciones de excelencia" comparables a las de la llamada "capilla sixtina" del arte parietal.
La propuesta se basaba en el número y la densidad de las cavernas decoradas que pueden encontrarse en esta zona del norte de España, su buen estado de conservación, su rico repertorio iconográfico, la diversidad de técnicas y estilos que reúnen y la antigüedad de unas pinturas que convierten la Cornisa Cantábrica en uno de los lugares donde tuvo lugar el nacimiento del arte.
La cueva de Altamira está situada en las proximidades de Santillana del Mar en Cantabria y en ella se conserva uno de los ciclos pictóricos más importantes de la prehistoria, constituyendo su estilo artístico la denominada escuela franco-cantábrica, caracterizada por el realismo de las figuras representadas.
Las pinturas de Altamira, descubiertas en 1879, suponen el primer conjunto pictórico prehistórico de gran extensión conocido hasta el momento y su datación es del año 12.000 antes de Cristo.
El Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO tomó esta decisión en el marco de la XXXI reunión anual que celebra desde el pasado 2 de julio y hasta el próximo día 10 en la ciudad canadiense de Québec, informó una portavoz del organismo.
La candidatura española, que fue seleccionada el pasado 20 de junio en París, fue elegida hace dos años por España para proponerla como ampliación de la declaración como Patrimonio Mundial obtenida en 1985 por la Cueva de Altamira (Cantabria).
En enero de 2007 fue presentada la candidatura, formada por catorce cuevas: las de Tito Bustillo, la Peña de Candamo, Llonín y el Pindal, en Asturias; Chufín, Hornos de la Peña, El Castillo, La Pasiega, Las Monedas, el Pendo, La Garma y Covalanas, en Cantabria; y Santimamiñe y Ekain, en el País Vasco.
En febrero pasado, el consejo que asesora a la Unesco en materia de patrimonio sugirió a Asturias, Cantabria y el País Vasco que incluyeran otros tres yacimientos en su propuesta: las cuevas de Covaciella, en Asturias; Las Chimeneas, en Cantabria; y Altxerri, en el País Vasco.
La cueva de Altamira forma parte como Bien Cultural de la Lista del Patrimonio Mundial desde 1985 por unos valores que, según esas tres comunidades, también son aplicables a los otros yacimientos que forman parte de su propuesta.
Así, se pretendió que, bajo la denominación de Arte Rupestre Paleolítico de la Cornisa Cantábrica, se unieran a Altamira en la inscripción como Bien Cultural un conjunto de cuevas que, a su juicio, reunían "condiciones de excelencia" comparables a las de la llamada "capilla sixtina" del arte parietal.
La propuesta se basaba en el número y la densidad de las cavernas decoradas que pueden encontrarse en esta zona del norte de España, su buen estado de conservación, su rico repertorio iconográfico, la diversidad de técnicas y estilos que reúnen y la antigüedad de unas pinturas que convierten la Cornisa Cantábrica en uno de los lugares donde tuvo lugar el nacimiento del arte.
La cueva de Altamira está situada en las proximidades de Santillana del Mar en Cantabria y en ella se conserva uno de los ciclos pictóricos más importantes de la prehistoria, constituyendo su estilo artístico la denominada escuela franco-cantábrica, caracterizada por el realismo de las figuras representadas.
Las pinturas de Altamira, descubiertas en 1879, suponen el primer conjunto pictórico prehistórico de gran extensión conocido hasta el momento y su datación es del año 12.000 antes de Cristo.
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