
La tumba está en la iglesia de la Santísima Trinidad, en la localidad británica de Stratford-on-Avon, lugar donde nació el escritor. Bautizado en abril de 1564 y enterrado 52 años después en esta iglesia, Shakespeare dejó escritas las dos líneas antes de morir.
Su advertencia ha mantenido la piedra intacta durante casi cuatro siglos pero ahora será rehabilitada como parte de las obras de arreglo general al que van a someter al templo.
Arquitectos supersticiosos
Ian Stainburn, portavoz de los arquitectos Stainburn Taylor, encargados de estos trabajos de reparación del templo, señaló hoy que los restos del escritor no serán tocados. "La lápida no se moverá -asegura Stainburn-, evitamos la maldición".
Pero el tiempo pasa por todos, incluído el Bardo. Quizá, cuando vea su lápida rejuvenecida contenga su mano y anule la maldición.
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